N/A: Semana muy ocupada, perdón por no avisar, pero esta semana que pasó estuve llena de exámenes en la universidad y los dos días libres que tuve me tocó trabajar, ando mega cansada, pero jamás lo usaría de escusa para dejar de escribir, espero que disfruten el capítulo. Ah! y espero que los pequeños cambios que hice en el blog en la imagen les gusten. :) besitos mis amores.
Por culpa de mi Alma
Marie Pov
“No te vayas”. –Mi voz se fue apagando al mismo tiempo que el humo que se había llevado consigo a Edward mientras que se dispersaba y se esfumaba la nebulosa cortina ya casi sin dejar rastros.
Quise correr sin importar hacia qué dirección, con la esperanza de encontrarlo, quizás lo vería recostado sobre el tronco de un árbol milenario y cubierto por las habituales sombras que le cubrían desde que estos sueños habían comenzado. Pero no pude, mis piernas se doblaron como si fueran las de un cervatillo recién nacido.
Las lágrimas comenzaron a rodar por mis mejillas al mismo tiempo que mis piernas se doblaban por la pérdida de fuerza repentina, el peso que antes me impedía avanzar desapareció así sin más, y mi cuerpo que antes había estado aprisionado por ella ahora era libre, pero tanta energía terminó por tirarme al suelo. Caí de rodillas a la hierba, casi segundos antes de caer amortigüe el golpe con mis manos.
“No te vayas…”
Era todo lo que podía decir, mi mente solo pensaba en suplicas. La angustia que aprisionaba mi pecho era demasiada, era parecida a la que irradiaba aquella muchacha la primera vez que estos sueños comenzaron.
Me rendí y me desplomé por completo cayendo en posición fetal sobre la húmeda capa de vegetación a mis pies, la sensación de abandono que la ausencia de Edward me provocaba era terrible.
-“Estás dejándolo ir…
Las palabras de la anciana se repetían como un eco en todo el prado.
La misma energía que ya varias veces en este sueño en particular me había arrastrado de un lugar a otro me sacó de la posición fetal en la que aún me encontraba, tenía miedo de descubrir a donde me llevaría esta vez, cerré los ojos y para mi sorpresa y desgracia cuando los abrí estaba parada frente a una tumba, y no de cualquier tumba, si no que estaba frente a esa que estaba en medio del prado, esa que Edward siempre iba a visitar.
Un rayo de luz se reflejaba en la cerámica de la lápida que por un instante me impidió abrir por completo mis ojos, intenté mirar el nombre de la mujer que yacía allí, pero el brillo de la luz me lo impidió. Cuando traté de mirar de nuevo tapando con una mano la luz del sol sobre mis ojos algo llamó mi atención, no estaba sola, a mi lado estaba ella, la muchacha que siempre sufría estaba de pie junto a mí, se acercó un poco más y con timidez y delicadeza tomó mi mano que estaba más cerca de ella, con ese pequeño rose pude sentir como una calidez me cubrió por completo, solo entonces me di cuenta de que estaba temblando de frio.
Con mi mano libre hice el intento de secar mis lágrimas del rostro, pero ella me detuvo, no me había arriesgado a mirarla directo a los ojos, por algún motivo me asustaba el parecido que yo pudiera tener con ella, pero ella me obligó a mirarla a los ojos.
Yo no era la única que lloraba, ella también lo hacía, su gruesa capa de pestañas estaba aún más pesadas por las gotas salinas que brotaban de sus ojos color chocolate, bajo ellos y en forma de media lunas acostadas sobre sus ojos, y un poco más a la luz, pude ver que cómo un buen par de ojeras se asomaban, como si ella no hubiese dormido en semanas.
Sentí cierta lástima por ella. Pero por el contrario, ella comenzó a observarme con tal nivel de ternura, con tal calidez que irradiaba paz y con un brillo especial en los ojos que me sobrecogió por completo, mis manos se levantaron con el afán de abrazarla, no sabía por qué, pero necesitaba un abrazo, me sentía desprotegida, como cuando pierdes de vista a tus padres en el centro comercial de niña. Me acerqué y ella extendió sus brazos como si comprendiera que la necesitaba.
Fue el abrazo más amoroso que alguien me haya dado, me sentí tan bien, como una niña chiquita otra vez, las lágrimas y la angustia que me oprimían se soltaron por completo haciéndome sollozar audiblemente. Ella comenzó a acariciar mi cabello.
-“Tranquila, él volverá, solo tienes que darle otra oportunidad”.
Pero… ¿Cómo sabía ella quien era el causante de esta angustia?
-¿Porqué, porqué tanto interés en reunirme con Edward?.
-Porqué si tu lo sacas de tu vida, también lo estás alejando de nosotras.
No entendía nada, cómo iba a alejarlo de ellas, este era mi sueño, él era parte de mi vida real, pero como es que todo se entrelazaba….
-Pero él me mintió. –Le respondí.
-“No lo hiso, Marie, solo te pido que mires más allá de tus narices, deja a un lado el miedo, tu lo amas”.
Ella tenía razón, yo lo amaba, o eso creí, pero… ¿cómo creer en sus palabras?, cómo hacerlo si lo que él me había dicho era totalmente irracional.
Como si hubiera estado leyendo mi mente la muchacha me respondió al mismo tiempo que me soltaba y se alejaba un paso de mí, tomó una de mis manos nuevamente y mirándome a los ojos me dijo.
-“Solo dale una oportunidad”.
La muchacha soltó mi mano y con paso lento pero seguro caminó en dirección a la tumba para luego esfumarse de la misma manera que lo había hecho antes Edward.
Me desperté de un salto, con la respiración agitada y el rostro humedecido por las lágrimas, aún temblaba de frio y una fuerte punzada en la sien hiso que llevara mis manos hasta donde dolía. Estaba cansada, el sueño había estado lejos de ser uno reparador. Me encontraba cansada, adolorida, como si no me hubiera movido en toda la noche de posición.
La habitación solo se iluminaba por partes con un pequeño rayo de luz de luna que se colaba por la ventana, dando un maravilloso y un tanto lúgubre tono azulado a toda la habitación, acentuando las sombras de los árboles tras la ventana.
Mientras seguía con las manos sobre la sien me di cuenta de que estaba sudando frio, me senté en la cama para incorporarme y estirando una de las manos tomé mi teléfono celular que había dejado antes de dormir sobre mi mesita de noche, miré la hora, 4:40 de la madrugada.
Tenía la boca seca y un gusto amargo en la boca, por lo que me levanté, tomé mi bata de levantar y me abrigué, con sumo cuidado salí de mi habitación, entré en el baño y me lavé los dientes, luego con aún más cuidado bajé por las escaleras, teniendo precaución de no pisar las maderas sueltas para que no crujieran y no despertara al resto de mi familia que se encontraba dormida.
A ciegas me adentré en la cocina, tomé un tazón de la encimera y abrí el grifo para tomar un poco de agua, fue refrescante sentir el líquido bajar por mi garganta. Pero eso hiso que los vellos de mi piel se erizaran y comenzara a temblar de nuevo, abrí el refrigerador y tomé la caja de leche, saqué una pequeña olla de losa del mueble, encendí la cocina y puse la leche a calentar.
Una vez en mi cuarto, me tendí en la cama y tomé mi taza de leche tibia, el calor me invadió y el sueño se hiso presente nuevamente. Pensé por un momento en todo lo que había pasado en mi sueño. Nada tenía lógica. Porque hasta hoy es que me entero que aquel hombre de las sombras, aquel a quien yo llamaba mi ángel protector era él. Edward.
Qué me querían decir esas mujeres, ¿Cómo iba a alejarlo de ellas también?. ¿Porqué?
El cansancio y el sueño e ganaron y nuevamente me dormí. Esta vez no soñé nada. O al menos no recuerdo haberlo hecho.
Un rayo de sol en la cara me despertó esta mañana, el día estaba peculiarmente brillante. Me levanté de la cama y caminé directamente al baño. Di el agua y me metí bajo la regadera mientras que el vapor empañaba el espejo sobre el lavamanos.
Siempre a ducha tibia aclaraba y calmaba mi mente, pero esta vez no pude dejar de llorar. Todo era tan reciente, todo dolía de la misma manera que lo había hecho ayer. Extrañaba a Edward, pero no podía perdonarlo. No importaba que un par de desconocidas intercedieran por él.
Le pedí a mi padre que pasara por la casa de los Cullen y recogiera mis cosas, cuando llegó con mis regalos no quise preguntarle nada. Aún cuando por dentro quería saber si Edward o Alice le habían dicho algo.
Ordené mi habitación sin prisa, prendí el estéreo y dejé que la música corriera al azar.
De pronto me di cuenta de algo.
Desde que Edward apareció en mi vida es que estos extraños sueños habían comenzado.
¿Qué rayos había hecho él en mí? ¿Por qué todo lo que le rodea tiene que ser tan complicado?
Lo único que tenía claro hasta el momento era que al menos por un tiempo no quería verlo, necesitaba pensar aún que le diría o si me acercaría a ellos el lunes en el instituto.
6 comentarios:
Por que no abre los ojos a lo evidente.
Pobres, tanto sufrimiento... y están perdiendo un tiempo precioso, sobre todo ella.
Besos
hay hay esta nena se poneeee hgay trengo ganas de agarrarle el cuello y decir nenaaaaaaa medias pilaaaaaaaaaaaaaaaaaaaa
PUXA LA CABRA LESA COMO NO SE DA CUENTA DAN UNAS GANAS TERRIBLES DE APRETARLE EL CUELLO Y DARLE UN PAR DE CACHETADAS PARA KE REACCIONEEEEEEEE!!!!
Bueno ya quiero que se deje de hacer la idiota y le de un buen beso a mi Edward..vaya que ciega esta chica..digo no más es que ya le quiero apapachar. Chau hermanita besos
Hola Angy: Perdon no por comentar. pero es que eh estado un poquitin ocupada ya sabes en que. bueno amiga no te quiero fallar asi que boy a estar leyendo y trabajando. saludos y me encanto este capitulo. pero no piedo creer que marie no se decida, pero en fin....
kisses en bites!!!!!!
Tanto tiempo alejada del mundo blogger...
Hace mucho que no leia sobre Marie...
Bella esta intentando interceder por Edward a traves de los sueños de Marie... quiza con el tiempo funcione XD
Dany
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