Capítulo 22 : Consuelo

N/A: Chicas!! Tenía el capítulo escrito hace tiempo y no me acordé de subirlo. Hoy revisando lo encontré. ¡Espero lo disfruten!

Angylito

Placenteros y Culposos

Bella Pov

“Y así mi mundo se cayó a pedazos”

Una semana, una semana ya ha pasado y yo sin recibir noticias de Edward. Ni una llamada, ni nada, simplemente se lo tragó la tierra. Intenté llamarlo, claro, pero su celular está apagado. Mensajes de voz, ya perdí la cuenta de cuantos le he dejado, es más dejé de hacerlo cuando su buzón de mensajes se llenó. Incluso pensé en ir a la casa de su primo, pero la idea se desmoronó cuando recordé que jamás le pregunté por la dirección. ¿Para qué hacerlo? Si iba con él.

No me atrevo a ir a su casa, no sé con qué cara mirar a su madre, ella ya debe estar al tanto de todo. Ella ya debe odiarme tanto o más de lo que yo misma me odio, o incluso, más que Edward. La única diferencia es que su odio es un error, tal vez Jacob y yo seamos los únicos que sepamos lo que realmente pasó. ¡Lo odio!

Quizás debería hablarle, contarle. Quizás Esme me entienda y me diga como encontrar a Edward.

¿Y si de pronto él no se fue? ¿Y si al ir a su casa fuera él quien me abriera la puerta? ¿Qué le diría?

No aguanto más, no quiero estar sin él. ¡Maldito Jacob! ¡Mil veces maldito!

¿Qué mierda le hice?, por qué no puede dejarme en paz, por qué no puede verme simplemente feliz, por qué tiene que arruinar lo único que en la vida me ha importado de verdad, lo único que quería conservar. ¿En qué momento esto se volvió un juego?¿En qué momento dejé que el entrara de nuevo en mi vida?. Debí darme cuenta que todo eso de provocarme lástima era una trampa. ¡Estúpida!

De pronto mi cabeza comenzó a doler, hacía años que no me dolía de tanto llorar, de tanta rabia, de tanta impotencia. Intenté dormir, la verdad, es que desde ese día que no logro conciliar el sueño y si duermo es sólo a ratos, parece que hasta mi inconsciente no quiere dejarme tranquila.

Después de darme vueltas en la cama por unos quince o veinte minutos decidí que lo mejor sería salir. El olor a encierro ya me estaba poniendo de mal humor, más si fuese posible.

Tomé una larga ducha para relajarme, agarré lo primero que vi en el armario y me lo puse. Dejé una nota a mi padre sobre la encimera de la cocina.

“Charlie, fui a casa de Alice, prometo no volver tan tarde”.

En un par de minutos estaba sentada en la terraza de Alice, acurrucando la cabeza sobre su falda y hecha un mar de llanto.

– ¿Porqué Alice?

–Tranquila amiga, no te culpes. Ya te dije, Jacob es un imbécil.

– ¿Pero por qué a mí… qué le hice?

–Algunos hombres creen que por que alguna vez los amaste les perteneces, se creen con el absurdo derecho de lastimarnos.

Sentí la pequeña mano de mi amiga acariciar mi cabello y aún así no logré calmar las lágrimas.

–No sé qué hacer… la escenita que montó… Es imposible que Edward me crea, él jamás me va a perdonar.

–Ya verás que sí. Bells, él te ama. Los he visto juntos, y ustedes están hechos para ser felices.

–Te juro Alice, esto que siento en el pecho me está matando, mi corazón se rompe en mil pedazos, está apretado, no puedo respirar.

–Llora amiga, llora y saca todo eso que tienes.

Cerré mis ojos y me dejé envolver por los brazos de mi única amiga.

Cuando desperté ya era de día, Me sentí un poco desorientada en un momento, pero de a poco fui reconociendo la familiar decoración francesa, ese olor a fresco, a limpio y el vivo color de las paredes adornadas con finos y costosos cuadros de oleo. Sin lugar a dudas, yo sabía dónde estaba. No sabía cómo había llegado hasta la habitación de huéspedes en casa de Alice, y lo más extraño es que por primera vez, después de varios días había dormido plácidamente. Mire de reojo el reloj en la pared y di automáticamente un brinco fuera de la cama. No había dado señales de vida a Charlie, y peor aún, no había llegado a dormir y ya eran casi las once de la mañana.

– ¡Charlie!, ¡Charlie va a matarme! Demonios, demonios, demonios…

Había dormido vestida, por lo que entré corriendo al baño y nada más me lavé la cara, hice caso omiso a las ojeras púrpuras bajo mis ojos, y también a que la sombra de pestañas que había comprado hace unos días y que decía ser resistente al agua era una completa estaba, tenía medio rostro pintado de negro. Sí, en efecto parecía un maldito mapache. Hice una pequeña nota mental mientras terminaba de lavar mi cara. “-No volver a comprar en ventas de rebajas sin Alice”. Hablando de ella, tenía que encontrarla por lo que me apuré y salí de volada escaleras abajo.

–Buenos días dormilona. –Me saludó Alice que ya estaba poniendo la mesa para el desayuno.

–Alice, por qué no me despertaste, Charlie…

–Tranquila, llamé a tu casa anoche, no te preocupes, Charlie salió de caza con un amigo en la mañana temprano, le dije que te quedarías aquí.

Me relajé. Ella siempre pensaba en todo. Bueno, y qué más podía esperar. Es Alice.

–Gracias. –Fue todo lo que le pude decir, aún estaba un poco desorientada y preocupada por no haber llegado a mi casa, pero ciertamente había descansado. Cosa que en mi casa no había sido capaz de lograrlo.

–De nada belly velita velón, sabes que para mí no es ninguna molestia tenerte en casa.

Me reí ante su juego de palabras, hacía años que no me decía así, antes, cuando estábamos en el jardín de infantes solía llamarme de esa manera, era tan lindo volver a escucharla llamarme así.

–Me alegra que ya te sientas mejor. – dijo mientras se acercaba para darme uno de esos abrazos que sólo ella puede dar.

–Tengo que recuperarlo Alice, no puedo dejar que Jake lo aleje de mi vida así como así.

–¡Hasta que al fin lo entiendes!

La quedé mirando. Supongo que no debí esperar otra respuesta de ella.

Después de tomar un rico desayuno muy americano preparado por mi mejor amiga decidimos aprovechar al máximo el día, por lo que me fui a duchar y cuando salí del baño Alice tenía una hermosa tenida lista para mí sobre la cama.

No dije nada, porque a pesar de vivir a un paso de mi casa no tenía ganas de entrar en ella, y por lo demás la ropa de mi amiga era demasiado hermosa como para reusarme a usarla.

Tomamos su auto y subimos por la única avenida principal de Forks.

–Antes de que me lleves de compras y de seguro sientas que necesito urgente un “fashion emergency” quiero que me lleves a la casa de Edward.

– ¿Crees que será buena idea?

–No lo sé. –Admití – Pero si no hablo con él pronto temo que termine alejándose más de lo que puedo soportar.

Cuando por fin aparcamos frente a su casa sentí un gran alivio al ver que no estaba su volvo donde debía estar. Más relajada toqué a la puerta. Esperando que Esme pudiera decirme al menos como encontrarlo.

La puerta se abrió despacio.

– ¿Qué haces aquí? –Pude ver la cara de sorpresa en Esme. –¿No se suponía que deberías estar con Edward?, oh, es cierto, te aburriste de jugar con él.

–¡¿Qué?! . Sentí un como un tiesto de agua helada caía sobre mi espalda. ¿Qué le había dicho Edward?...

–Ya me oíste Bella, no sé cómo tienes cara de aparecerte por aquí.

–Esme, no entiendes…

–No Bella, entiendo perfectamente, Algo me había contado Edward de ese tal Jacob, y pues supongo que se merecen el uno al otro. Solo quiero que dejes a mi hijo en paz, ya tuvo suficiente.

–Es un error, te lo juro, Esme sabes que lo amo… –Mis lágrimas ya había nublado mi vista y comenzaba a gritar en vez de a hablar, es que no podía dejar que mi última esperanza se derrumbara. Esme debía escucharme.

–No quiero ser grosera Isabella, pero prefiero que te vayas y no regreses nunca más.

Iba a protestar pero Alice lo impidió. Me había olvidado de ella. Me tomó de los hombros y me dio un pañuelo para que me secara la cara.

–Vámonos Bells.

–Hazle caso a tu amiga, es lo mejor.

Esme se dio la media vuelta y cerró la puerta tras de ella.

Una vez en el auto las lágrimas volvieron a salir con aún más ganas. Esme también me odiaba, y ahora sí que no sabía como rayos iba a hacer para encontrarlo.