
Hombre de Alquiler
Aún Isabella estaba aturdida por el hipnotizante aroma de Apolo que seguía rondándole desde que se habían subido al auto y aunque él casi enseguida había abierto la ventanilla el aroma ya se había adueñado del pequeño espacio que compartían, por más que quisiera no podía dejar de sentirlo cada vez que inspiraba hondo, claro que de manera disimulada. En realidad, por ella la esencia podía quedarse para siempre impregnada en la tela de los asientos y más que molestarse estaría demasiado agradecida. Ese aroma de alguna manera la mantenía feliz, llena de energía. Y ahora que lo pensaba –si tenía algo de suerte– también podría quedarse con aquella esencia en su piel.
–“Me dijeron que podía cumplir cualquier fantasía que tuviera, ¿Es cierto eso?”
–“Así es, Tu escoges hoy”. – Le respondió usando por primera vez un tono juguetón.
Edward esbozó una pequeña sonrisa, aún mantenía sus manos apoyadas en el volante, estaba nervioso, no quería admitirlo, pero lo estaba, más de lo que se había sentido en mucho tiempo.
–“Ok, pero antes, quiero que me digas por qué me dejas escoger a mí, se supone que el que tiene que cumplir tus fantasías soy yo, y no tu las mías”.
–“Digamos que tengo curiosidad”. Ella jamás admitiría que lo hacía porque se lo debía.
–“¿Sobre qué? Claro, si es que puedo saber”.
–“Sobre muchas cosas”. Dentro de la mente de Isabella aparecieron un sinfín de preguntas, quería saber tantas cosas sobre él como fueran posibles, pero tampoco era el momento, era demasiado pronto para demostrar tanto interés, por lo demás se moría de ganas de saber dónde estaban. –“Por ahora sólo quiero saber dónde estamos”.
–“Pues eso, tendrás que adivinarlo tú misma”. Edward se sentía orgulloso de sí mismo. Este era el único lugar en el mundo en el cuál podía sentirse completo. Este era el paraíso perdido en la tierra. Sólo había pensado en este lugar cuando le ofrecieron escoger su fantasía, no se imaginó en ninguna otra parte más que en medio del hermoso bosque de pinos que ahora tenía enfrente.
Bajó del auto, caminó alrededor de este hasta llegar a la puerta de Isabella, la abrió con destreza y le tomó una de las manos que descansaban nerviosas en su regazo.
Ella sintió el calor que emanaba de ese simple tacto. Aceptó la invitación tácita que él le daba y salió del auto. Estiró disimuladamente sus articulaciones y volvió a respirar.
Una atisbo de amargura la llenó al darse cuenta que el perfume de su Apolo era más débil en el aire, pero sus pulmones se sintieron limpios cuando respiraron el oxígeno que –estaba segura que eran pinos– la suave brisa le entregaba.
Él se paró detrás de ella, la rodeó con su brazos y con un sutil susurro le dijo. –“bienvenida a mi lugar feliz”.
Esa voz, ese dulce terciopelo, Apolo no tenía que hacer el más mínimo esfuerzo para dejarla con los vellos erizados bajo la ropa.
–“¡Apuesto a que estamos cerca del mar!” – Isabella habló con entusiasmo. Pero luego de pensarlo un poco más se sintió tonta automáticamente. No había playas a media hora de la ciudad. Se sonrojó al darse cuenta que él se estaba riendo de su ignorancia.
–“No, nada de mar, lo siento” –Volvió a reír – “pero si te sirve de consuelo, a donde iremos también hay agua salada”.
Volvió a tomarla de la mano, pero esta vez con su mano libre la rodeó por los hombros. Voluntariamente sus pies siguieron el camino que Apolo trazaba para ella, jamás sintió miedo de chocar contra un árbol, o de tropezar con una raíz a pesar de ser torpe de nacimiento. Estaba tranquila, al lado de él un extraño mando la hacía sentirse segura.
Caminaron por casi quince minutos, siguió sin quejarse ni una sola vez las indicaciones que él le daba hasta que por fin se detuvo.
–“¿Lo sientes?” Edward miró maravillado el lugar y se sintió mal por Isabella, El paisaje era digno de admirar.
Por su parte Isabella reaccionó a las palabras de su amante y prestó por primera vez atención a su alrededor desde que había comenzado a caminar a ciegas.
–“¿Es un río?”.
–“Estás cerca, pero no”. – Respondió riendo ya que sabía que nadie podría imaginar que en medio de la civilización pudiera haber una cascada tan divina como la que estaba frente a sus ojos. –“Haremos un trato, pero debes prometerme que pase lo que pase no vas a voltearte”.
–“Está bien, lo prometo”. Asintió ella.
Entonces, pasó algo que jamás se esperó.
La venda de sus ojos se aflojó y descendió hasta caer en la base de su cuello.
El fuerte resplandor de la luz de la luna llena le hizo cerrar los parpados instintivamente. Cuando al fin sus ojos verdes se acostumbraron a la luminosidad los abrió lentamente y se quedó estática.
Simplemente no podía dar crédito a lo que sus ojos veían. Nada de lo que pudiera imaginarse ahora era capaz de competir con la hermosura de este lugar.
–“Es… es…” –No conseguía articular frase alguna, estaba aturdida de la emoción.
–“Es hermoso, lo sé” –Edward ahora se encontraba dos pasos alejado de ella, cubierto por un manto de sombras que provenía de los árboles. No quería correr el riesgo de que ella le viera la cara si es que decidía voltearse “accidentalmente”. Pero ella ni siquiera intentó romper su promesa.
La dejó contemplar el lugar por un momento, pero no pudo soportar más las ganas de mostrarle la otra parte de su fantasía.
Frente a la cascada los de la agencia habían hecho un excelente trabajo.
Una hamaca griega colgaba entre dos enormes árboles, a un lado una enorme cesta de frutas y platón lleno de uvas.
Se acercó a ella sin hacer ni el más mínimo ruido, tomó la venda y volvió a ponerla firme dejándola de nuevo a oscuras.
–“¿Cómo demonios hiciste esto en tan poco tiempo?”. –Ella estaba más que asombrada, no imaginaba que todo esto pudiera ser tan… tan… la palabra que buscaba era Mágico.
–“Tu pediste hacer realidad mi fantasía, y mi fantasía es esta”. Fue todo lo que dijo, por lo siguiente no fueron palabras, fueron hechos.
La tomó en brazos como si fuera una novia a puertas de su luna de miel, la dejó con delicadeza sobre la hamaca, haciendo un juguetón camino con la yema de sus dedos desde su clavícula hasta llegar a su pie derecho le quitó su zapato de tacón, luego con la misma suavidad que lo había hecho la vez anterior tomó su pie izquierdo y quitó el otro zapato.
El corazón de Isabella amenazaba seriamente con desbordarse de su pecho. Esto se estaba poniendo bueno, y lo mejor es que recién comenzaba.
–“Debo decir que es una pena deshacerme de tu vestido, te ves realmente preciosa con él puesto, aunque debo admitir que me gustas más desnuda”.
A Isabella no le importó el tiempo que tardó escogiendo el vestido, ni tampoco lo costosos que fueron los zapatos tacón aguja que combinaban perfectamente con su atuendo y que por cierto le hacían ver las piernas más largas y delgadas. Tampoco sintió vergüenza de verse desnuda frente a él, bajo el vestido llevaba una linda lencería, nada de ese típico algodón, hoy sólo llevaba un magnífico conjunto morado fuerte de satén.
–“Entonces dime que tengo que hacer, ¿soy una especie de esclava o qué?”
–“No podrías ser una esclava con lo hermosa que estás hoy, es más hoy serás una Diosa griega y yo tu esclavo”. – No aguantó la carcajada que salió estrepitosamente de su garganta. –“Vaya, jamás creí que diría algo así. Suena cursi ¿verdad?” – volvió a reír.
–“Admito que no es lo mío el juego de palabras previo a tener sexo con un ‘desconocido’ pero me gusta como se escucha la idea de que seas mi esclavo”.
–“Seré el mejor esclavo que una ninfa tan hermosa como tu haya tenido”
–“¿Ninfa?”
–“Sí, oíste bien, ¿sabías que este ‘Dios griego’ estaba perdidamente enamorado de una ninfa llamada Dafne?, ella fue su primer amor”.
–“No conozco mucho sobre mitología griega, podríais contarme la historia esclavo”. Se rió por lo solemne y mandona que sonó su voz.
Edward contuvo una risita nerviosa al darse cuenta que la fantasía había comenzado. –“No es para nada una historia con final feliz, pero dejadme que se la cuente mientras comienzo con un suave masaje con aceites de lavanda” Se paró justo a un costado de la hamaca y comenzó a masajear el cuello de Isabella, descendiendo tímidamente y a ratos hasta sus pechos cubiertos aún por suave tela. Sólo logró repetir el movimiento unas cuatro veces antes de comenzar a bajar cada vez más la tela de aquel vestido por los hombros. Ella se apoyó sobre sus codos para dejar a la vista la cremallera en su espalda y él recibió con alegría la iniciativa.
Como si se tratase del cristal más fino la despojó de su vestido, pero no quiso quitar aun la lencería, y es que simplemente no podía creer cuanto había cambiado ella desde la primera vez que la vio allí parada, con esas ropas que parecían de una hermanita de convento, ahora en cambio, se veía mejor que cualquier modelo de pasarela. El satén se amoldaba demasiado bien a su figura, y el color morado resaltaba aún más en su piel bajo la luz de la luna llena.
Continuó con el masaje mientras le contaba la historia de Apolo y Dafne que había leído esta mañana en internet.
–“ Dafne es una ‘Driade’ o en palabras comunes una Ninfa de los árboles, hija del Dios rio Peneo de Tesalia y de la ninfa de las aguas Creúsa”. Se detuvo para poner más aceite en sus manos que ahora recorrían por completo el cuerpo de Isabella pero sin invadir nada que estuviera aún cubierto por la lencería, lo mejor lo dejaría para después.
–“Continuad…” Dijo ella con voz relajada y que estando con los ojos cerrados mientras recibía el mejor masaje de su vida. Su mente se había transportado a la historia envuelta por el terciopelo de la voz más sensual que haya escuchado alguna vez. Se imaginó a sí misma con las orejas puntiagudas, con un cuerpo escultural y con curvas perfectas, con alas casi tan transparentes como las de una rara mariposa de las amazonas, imaginó también a su Apolo sólo con una toga color crema sujetada con una argolla dorada en su hombro y un par de grilletes en sus manos, esta sin dudas se había convertido su mejor fantasía.
–“Eros quien estaba harto de escuchar el canto de Apolo y también celoso porque este se burlaba continuamente de sus habilidades en el arco le lanzó una flecha dorada para que se enamorase de Dafne perdidamente y la siguiera hasta el fin de los tiempos, pero en cambio a ella le lanzó la flecha con punta de plomo, haciendo que sólo sintiera desprecio y desdén hacia él. Así fue como ella cansada de huir de Apolo imploró a su padre por ayuda, quien la convirtió en un fuerte y hermoso laurel, árbol que pasó a ser sagrado y adorado para Apolo”. – Él se detuvo, la observó en silencio a la luz tenue de la luna y acarició su cabello hasta librar un pequeño mechón que había quedado atrapado bajo la venda negra.
Luego de un fuerte suspiro, Isabella rompió el silencio.
–“¿Sabes cuál es la diferencia entre Dafne y yo?”.
–“¿Cuál?” – preguntó él.
–“Que a diferencia de ella yo no planeo alejarme de ti, al menos no ésta noche”. – Se incorporó y se colgó de su cuello haciendo una verdadera llave en su cuello. Le rodeo la cintura con sus piernas y buscó a tientas su boca, comenzó a besarlo como nunca antes había besado a un hombre. Hambrienta, sedienta de él.
Él la ayudó a ponerse de pié, mientras ella comenzaba a desabrochar los botones de su camisa, para luego bajar hasta el grueso botón de sus pantalones. Lo quería desnudo para ella. Quería hacer de su esclavo su amante y lo quería ahora ya.
Sin hacerse de rogar y sin chistar él se dejó desvestir, una vez que estuvo total y completamente como Dios lo hecho al mundo volvió a tomarla en sus brazos y caminó hasta donde terminaba de caer el agua de la cascada.
7 comentarios:
hay hay siiii siiii wuouuu!! quiero alqular a ese diosssssssssssssssssssss
OMG asi quisiera uno mmmmmmmm no lo dejaria escapar nunca...Besos...
Ohhhh que linda historiiiaaa!! Oye cuand se conoceran??? muero por ver esa escena... que buena fantasiia me gustoooXD y el tan tierno suspiro awww!!!
te amo
ohhhh my god!!! q buena ondaaa como esperaba esta historiaa x fin!!!!!! me encanto el capitulo fue simplemente maravilloso segui asi :D ahh tienes un premio en mi blog http://sweetnightmaresmundodepesdilla.blogspot.com/ espero q t guste :D cuidatee
Hola me encanto el capi pero quiero saber si en algun momento se van a conocer o si solo se van a ver cuando ella lo alquile creo que Edward ya empieza a sentir algo por ella en espera del siguiente capi
Buen capi, no sabes como me alegraste al ver que ya habías subido otro capi de está historia. Me encanta, saludos.
Angi.... ooohhh por fin !!!
quiero un dios griego porfavor...
dame el numero!!!
me gusto mucho el cap... pero como siempre lo bueno dura poco!!
Publicar un comentario