lunes, 6 de septiembre de 2010

Capítulo 13: Transformación

N/E: Bueno chicas, interrumpo mis estudios para dejarles este capítulo. Espero lo disfruten. Besos, ah! y en las pruebas de hoy me fue bastante bien :) Estoy muerta de cansancio y de sueño, pero hoy me espera otra larga noche, mañana me queda la última prueba antes de salir a unas merecidas vacaciones. Las amo.

La Caja Roja

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Bella, por favor cielo, aguanta un poco más, abre los ojos para mí. Deja que lleguemos junto a Carlisle. No se si podré...

—"¡Hazlo Edward!" -el grito mental de Alice me sobresaltó- "No queda tiempo, no llegaremos"

No tengo nada para el dolor -les dije sabiendo que me oirían.

Si no lo haces no tendrás que preocuparte porque tenga dolor nunca más -Alice estaba siendo muy dura- "Se muere Edward, sólo quedan unos minutos" -yo sólo podía sostenerla en mis brazos, mi pequeña y frágil Bella respiraba rápidamente, sin tomar realmente lo que le hacía falta- "¡Edward! Se va ¡Reacciona!" -Jasper intentaba hacerme reaccionar también.

Miré a la mujer que tenía en mis brazos. Mi mujer. En todos los sentidos. Me había hecho sentir, por primera vez en un siglo. Había sentido amor, celos, dolor por la separación, la felicidad absoluta de tenerla de vuelta. No la perdería, no otra vez.

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Iba a morderla. Transformarla. Convertirla en lo que yo era. Un monstruo.

La sostenía fuerte entre mis brazos, como a una muñeca de porcelana rota. Su cuello no la sostenía permitiendo que su cabeza cayese hacia atrás sobre la doblez de mi codo.

Acerqué su cuerpo a mi cara. Podía sentir su calidez aun sin tocarla, llegando a mí como olas al ritmo de sus pulsaciones, ahora cada vez más rápidas, desacompasadas, erráticas. La acerqué aún más a mí hasta que mi nariz se enterró en el hueco detrás de su oreja. Su olor, su maravilloso aroma inundó mis sentidos. Unos centímetros más y la curva de su cuello, su suave y marfileño cuello, estaba al alcance de mis labios. La besé ahí donde su pulso latía más fuerte.

—Te amo -susurré.

Posé mis labios abiertos sobre la vena de su cuello. Podía sentirla latiendo contra mis dientes, recordándome con sus pequeños golpes que ella seguía viva.

Hundí mis dientes en su piel, sólo un poco. Ella no se movió, como si no lo hubiese notado. Mis ojos picaban deseando poder derramar una lágrima, una única lágrima que me permitiese conjurar todo el dolor y seguir.

Las primeras gotas de sangre bañaron mi lengua. Eran sólo los capilares, pequeñas venas que no llevarían suficiente ponzoña a su sistema. Tenía que profundizar más, unos milímetros más, hasta alcanzar la vena principal de su cuello, aquella que podría llevar rápidamente mi veneno a su corazón, para que éste lo extendiese por todo su cuerpo comenzando de esa manera su cambio.

Enseguida noté el momento en el que alcancé su yugular. El dulce néctar que durante años me negué a probar llenaba mi boca. Tragué, recordándome a mí mismo que en mis brazos estaba Bella, mi Bella... tenía que permanecer así el suficiente tiempo como para que la cantidad adecuada de ponzoña entrase en su cuerpo. Ni un segundo más, ni un sorbo más.

Tenía los ojos cerrados con fuerza, concentrándome sólo en lo que tenía que hacer.

—"Edward, cuantos más puntos de entrada haya, mejor -Alice … Alice, ella trataba de ayudarme-, sus muñecas Edward"

Aparté mis labios de su cuello, pasando mi lengua por la herida para sellarla y detener la hemorragia. Acomodé mejor a Bella sobre mi cuerpo y cogí una de sus manos.

—No... -susurró mi ángel.

—Estoy aquí, cielo... no dejaré que te vayas -le juré.

—¡No! -Bella se estaba alterando mucho- Jake... la manada... provocarás una guerra, no podréis volver a Forks... ¡Para!

—No cielo. Tú eres más importante que todo eso. ¿Crees que querría vivir sin ti? -le dije mientras acariciaba su preciosa cara-. Te amo -sin decirle nada más tomé su mano de nuevo y clavé mis dientes en su pulso. Después de limpiar y sellar esa herida, volví a morderla en la otra muñeca.

La sostuve en mis brazos. Bella tenía los ojos cerrados y a cada segundo que pasaba su cuerpo se ponía más y más rígido.

La acuné contra mi pecho.

—Lo siento, amor, lo siento... -le susurré-, te juro que pasará. Lo siento...

Jasper y Alice entraron en el coche. Alice me miró y pude ver mi aspecto en su mente. Mis ojos. Mis ojos volvían a ser rojos. Los ojos de un monstruo, de un ser malvado y egoísta que le había arrebatado el alma al ser más puro. Mi ángel se quedaría ahora en mi infierno.

—Jasper, corre -fue lo único que pude decir.

El resto del viaje hasta Denali fue tenso. Jasper condujo muy por encima de la velocidad permitida. Alice iba a su lado, muy callada, indagando en el futuro de Bella. Pude verla, brillando a la luz del sol, con su pelo siendo agitado por el viento y unos hermosos ojos dorados.

—"Todo saldrá bien" -me dijo Alice- "Lo sé, lo he visto"

Tragué.

Tenía el sabor de Bella en mi lengua. Aún podía sentir la dulzura de su sabor en mi boca. Mi garganta ardía reclamando su sangre, sabiendo que en su cuerpo aún quedaba más. Mi monstruo interior se levantaba y se sublevaba reclamando lo que era suyo.

"¡No!" Bella no era un postre, por muy dulce que fuera. Ella era mi mujer. La mujer que me había demostrado que hasta un monstruo desalmado podía amar. "¡No!" Ella era mi Bella, mi dulce niña, mi único amor. El único ser capaz de inspirarme este sentimiento en los últimos cien años. No voy a negar el amor que siento por mi familia, pero lo que siento por Bella era infinitamente más fuerte.

Debía resistirme.

Por ella.

Tenía que anular el deseo de volver a beber de ella. Por mucho dolor que ahora sintiésemos, éste era el único camino para estar juntos.

Jasper sujetaba el volante con fuerza. No respiraba. El olor de la sangre de Bella todavía flotaba en el ambiente y él realmente luchaba por no sucumbir a sus instintos. Alice por su parte parecía llevarlo bien, perdida en su mente, buscando sus propias respuestas.

Bella temblaba en mis brazos. No hablaba, no gritaba. Ni un solo sonido salía de su boca. Cerraba los ojos con fuerza. Su respiración era rápida, muy rápida, al igual que los latidos de su corazón los cuales, al menos, habían vuelto a ser rítmicos.

Carlisle y Esme nos esperaban en el jardín. Carlisle abrió la puerta trasera del coche y salí de él con Bella en mis brazos.

—Dámela Edward -me dijo mi padre.

Yo le gruñí. —La tengo -contesté.

Le seguí hasta una habitación en el segundo piso que habían preparado para ella.

—Déjame verla Edward. Deja que me acerque, sólo quiero comprobar que todo va bien...

Miré a mi padre. Mi instinto me decía que no me apartase de ella, que no permitiese que nadie se le acercase lo suficiente como para hacerle daño.

—También es mi hija Edward. Yo también la quiero, no le haré daño -Carlisle insistía en acercarse. En ese momento Esme apareció.

—Edward, cielo, deja que le eche un vistazo, por favor -Esme se me acercó con cuidado y cuando estuvo a mi lado me acarició la mejilla-. Lo has hecho muy bien, estoy muy orgullosa de ti.

Durante los minutos siguientes observé como Carlisle comprobaba las constantes de Bella. Al cabo de unos minutos se me acercó.

—Lo has hecho muy bien Edward, estoy orgulloso de ti -me dijo-. Ella estará bien, ya ha comenzado...

—¿Cuánto tiempo? -pregunté ansioso.

—No lo sé -respondió sincero.

—¿Alice? -volví a preguntar- ¿Tal vez ella...?

—No lo sé Edward -confesó abatido-. Sólo podemos esperar.

Esperar.

Sólo podía esperar.

Esperar que todo saliera bien. Esperar que tuviese suficiente ponzoña en su sistema para que el cambio se produjese. Esperar que no sufriera mucho.

Esperar que me siguiese amando después de todo.

Era lo único que podía hacer.

Esperar.

Me pedían paciencia. La paciencia necesaria para soportar la espera.

Pero lo único que yo sentía era impotencia. Me sentía impotente ante todo lo que estaba sucediendo. No podía hacer nada para evitar que sufriese, no podía hacer nada para acelerar el proceso. No podía hacer nada...

Sólo esperar...

Bella luchó contra el dolor. Parecía querer confinarlo en su interior. No quería mostrarnos la agonía que sufría. Sus ojos estaban apretados. Sus puños cerrados, sus miembros rígidos. De vez en cuando un gemido de dolor escapaba de sus labios, corto, rápido, tanto que de no haber estado tan pendiente de ella, dudo que lo hubiese percibido.

El primer día permaneció prácticamente en silencio. Mi Bella era fuerte, muy fuerte. Muy pocos pueden soportar el dolor de la transformación como lo estaba haciendo ella. Yo grité, lloré, supliqué que me matasen. Pero ella no. ella permanecía en silencio, quieta.

—Amor -le acaricié la mejilla-, estoy aquí. Estaré a tu lado hasta que termine. Te amo mi vida. Por favor Bella, no te rindas.

—T-te a-amo -me dijo en un susurro bajo, buscando a tientas mi mano para darme un apretón.

—Y yo a ti Bella -le juré-, y yo a ti.

Ni siquiera ahora, en pleno proceso de cambio era capaz de escuchar una sola palabra de su mente. Sus pensamientos seguían siendo suyos. Daría cualquier cosa por saber lo que pasaba por su cabeza en ese momento, de esa manera podría saber la verdad de su situación. Podría saber si el dolor le resultaba soportable o si por el contrario el permanecer así de calmada estaba suponiendo para ella que todo el proceso fuese aún más duro de lo que ya lo era por sí mismo.

La primera noche la pasó tranquila, con Bella aún en un estado de semi-inconsciencia en el que parecía no sufrir.

Sólo lo parecía.

Podía saber la fuerza que estaba ejerciendo para mantener sus brazos y piernas pegados al colchón. Cada uno de sus tendones estaba tenso, como las cuerdas de un piano.

Sus ojos estaban firmemente cerrados, sus párpados no estaban relajados sino contraídos con toda la fuerza posible. Sus labios estaban fruncidos en una delgada línea que escondía su carnoso labio inferior.

Los cambios físicos comenzaban a ser visibles. Su pelo había crecido unos cuantos centímetros y empezaba a rizársele en las puntas. Su piel era un poco más clara y su temperatura corporal había bajado un par de grados.

Su olor también había cambiado. Seguía siendo un maravilloso aroma. Podía distinguir perfectamente el olor a fresia, otros olores comenzaban a definirse. Lluvia. Rosas... Era esa esencia que convertía su sangre en el mejor de los manjares el que estaba desapareciendo, permitiendo así que el monstruo se alejase, para dejar sólo al amante, al esposo.

En la tarde del segundo día Bella volvió a hablar.

—Qu-quema -susurró-, Edward, quema.

Corrí al baño y volví con un poco de agua fresca y una toalla. Intenté aliviar la sensación de quemazón humedeciendo su piel con agua fría. Sabía que no funcionaría, pero no por ello dejaría de intentarlo.

—Gracias -Bella habló en un suspiro.

—Te amo Bella -le recordé dándole un suave beso en los labios.

—No estás frío -me dijo en voz baja.

No. Ya no estaba frío, al menos no más frío que ella.

No dije nada. Sólo la acaricié y me recosté a su lado, acercándola a mí.

—Pronto mi vida, pronto terminará...

Tarareé su nana toda la noche, parecía relajarse un poco cuando lo hacía, incluso creí ver alguna vez la sombra de una sonrisa en sus labios. Cada poco tiempo alguien de la familia aparecía por la habitación para ver como marchaba todo.

Carlisle comprobaba su estado, su ritmo cardíaco, su respiración, su temperatura... en un intento de averiguar cuánto más tardaría en terminar todo esto.

La primera vez que Jasper apareció me di cuenta de lo que Bella sufría sin quejarse. En la cara de Jasper pude ver todo el dolor que no reflejaba la de Bella. Mi niña resultó ser mejor actriz de lo que yo pensaba. ¡Cómo podía aguantar esta tortura en silencio!.

Emmett y Rose trataban de distraerme, bromeando acerca de todo. Siempre podías contar con Emmett para hacer que hasta la situación más seria pareciese un chiste.

Alice. Alice era... Alice. Parecía vivir en el futuro, tratando de averiguar lo que pasaría, cuando quedaría todo esto atrás, cuando podría tener a Bella a mi lado.

Esme se preocupaba por mi. Trataba de hacerme salir de aquella habitación prometiéndome que ella cuidaría de Bella.

Pero yo no podía. No podía salir de aquella habitación y dejarla allí sola.

No podía.

Yo era el responsable de su estado y no iba a dejar que ella pasase por eso sola. Únicamente saldría de esa habitación con Bella a mi lado.

El tercer día paso, igual de insoportable que el anterior. El sentimiento de impotencia ante esta situación crecía, llegando a ser desesperante. Quería reducir la casa a escombros, quería salir al bosque y arrancar cada uno de los árboles, quería gritar al cielo hasta desgarrarlo... lo hubiera hecho si sirviese de algo, pero yo sabía que nada de lo que hiciese iba a cambiar la situación.

Llamé a Carlisle al amanecer del cuarto día, desesperado. Después de comprobar el estado de Bella se acercó a mí y me abrazó.

—"Ella puede oírnos Edward" -pensó-, "no hables, sólo escucha" -yo asentí- "Creo que su estado era muy grave, tanto que la transformación está tardando más de lo normal, demasiados tejidos que reparar. A estas alturas ya debería haber terminado"

No pude reprimir el gemido de dolor que salió de mis labios.

—"No puede tardar mucho más. Un día, quizás dos..." -mi gesto debió asustarle, estaba realmente desesperado- "Sé que es difícil" -me dijo- "pero debes tener paciencia".

Carlisle me dejó solo de nuevo con la mujer de mi vida. Bella seguía en la misma posición, parecía no mover ni un sólo músculo.

De repente algo cambió. Bella comenzó a retorcerse. Su espalda se arqueaba elevando su cuerpo sobre el colchón. Sus manos estrujaban la colcha con fuerza, tanta que terminó rasgándola, y un grito, el primero que le oí desde que todo había comenzado, rompió el silencio en la casa.

—¡Edward! -gritó.

Me acerqué corriendo a ella, sujeté su mano con fuerza y acaricié su frente con la mano libre.

—Estoy aquí amor -le susurré-, no me he ido, no me iré. Estoy contigo.

Ella apretó fuerte mi mano y por primera vez en cuatro días abrió los ojos, ahora de un vibrante color rojo, me miró fijamente y suplicó.

—Mátame.

No fui capaz de reaccionar. Me quedé ahí, a su lado, sin mover ni un dedo.

—¡Edward! ¡Por favor!

Su grito me hizo reaccionar.

—Bella -traté de calmarla, sujetándola contra mi cuerpo, acunándola-, cielo, pasará, te lo juro, pasará. Todo estará bien, el dolor se irá y tu estarás bien... -intenté reconfortarla pero sabía, por propia experiencia, que nada de lo que dijera iba a conseguirlo. Ella sufría, sólo entendía que estaba sufriendo un dolor inaguantable y quería que terminase ya, como fuera, a costa de cualquier cosa, incluso su propia vida-. Te lo ruego Bella, te necesito, quédate conmigo...

Ella volvió a abrir sus ojos y me miró. A pesar de que el color ya había cambiado pude ver su alma en ellos, como siempre lo había hecho. En sus ojos había amor, pero también dolor...

—No lo soporto más -me dijo mientras se retorcía en mis brazos.

Un gemido de dolor escapó de mis labios. El sonido de la rabia, de la impotencia.

—Sólo un poco más cariño. Terminará pronto... sólo un poco más.

Realmente no sabía a quien se lo decía, si a Bella, que se retorcía entre mis brazos buscando alivio para el fuego que recorría sus venas, o a mí mismo, para intentar ser capaz de resistir lo que quedaba sin desmoronarme en el proceso.

Las siguientes horas fueron un infierno. Bella no soportaba más la quemazón, el ardor que provocaba mi ponzoña en su cuerpo, y yo no podía hacer nada para detenerlo. Entre su dolor y mi impotencia el tiempo fue pasando.

Unas doce horas más tarde el ritmo de su corazón se quebró. Tartamudeó y al final quedó en silencio. Llamé quedamente a mi padre y toda mi familia apareció en la habitación.

—Carlisle... -empecé.

—Paciencia Edward -me contestó.

Todos nos centramos en Bella. Había dejado de moverse, ya no se retorcía entre gemidos de dolor, estaba quieta y en silencio, como esperando.

Bella había cambiado, su pelo había crecido, hasta casi recuperar la longitud que tenía antes. Sus puntas se rizaban en unos hermosos bucles. Su piel era aún más clara que cuando era humana. Sus curvas habían vuelto a llenarse, como era antes de enfermar.

Me acerqué a su lado y tomé su mano.

—¿Bella? -la llamé.

Ella miró nuestras manos unidas y después levantó su mirada hacia mí.

—Bella, amor...

Echó un vistazo a la habitación, fijándose en cada uno de los rostros de mi familia.

7 comentarios:

Juliana Gómez dijo...

wowo se viene lo mejor que hara bella? hum fue emocionante ya quiero el otro

Roxana dijo...

pobresito como sufre viendo sufrir al amor de su vida!! pero ella ya esta bien y eso es genial... me encanta la historia y vos sos realmente talentosa.

Beth dijo...

Sabes porque me encanta leer este fic? Porque me gusta leer la cantidad de sentimiento que le pones, como detallas el mínimo dolor o la máxima alegría.
Ne apasiona la capacidad que tiene este hombre de quererla.
Besos

zenni dijo...

Por dios...que capitulo muy bien escrito..espero con ansias el proximo

diana dijo...

hay hay diossss!!!! sisisi q momentooooooooo

Anónimo dijo...

Que triste, casi me has hecho llorrar. Me ha encantado mucho el capitulo. Bueno, tu blogs esta genial, escribes de maravilla. En España son las 22:54. Y suerte con los examenes.

Ada Parthenopaeus dijo...

Si les digo que brinco por la habitacion de alegria porque puedo leer mis fics.. Siiiii Siiii gooooo!!!! Bella deja de chillar y aguanta como macho.. perdon como machaaaa.... pobre ed no me gusta que sufra Ada se pone triste .... peor como quiero saber que sucede ...... aaa Nalla te extrañe montones infinidades

Por que es imposible ignorar una sonrisa como esta . . .

Por que es imposible ignorar una sonrisa como esta . . .

Con todo mi amor para mis lectoras.

A mis lectoras:
Si aveces me pierdo por algunos días, si me retraso con las historias o si les he fallado y no he sido responsable con el calendario de publicaciones, no es por que no las quiera, o que no las respete como mis lectoras, lo que pasa es que antes que el blog está mi familia, mis estudios, las personitas que amo y me necesitan.
Pero les juro que cada ratito libre que encuentro en mis días lo dedico a pensar en uds, en tratar de avanzar con mis historias, en de vez en cuando renovar la imagen del blog y en estar presente para cualquiera de uds que me necesite. Si hay algo que les puedo asegurar es que cada una de las Historias que he comenzado en este blog, que sean de mi autoria JAMÁS quedarán sin final. Son mis bebés, y una madre jamás deja a sus hijos. Así sea que me cuesten lágrimas de frustración, bloqueos mentales y una que otra grosería cuando mi cabeza se quede en blanco, les prometo que haré todo lo que esté a mi alcance para no dejarlas sin el tan esperado final.
Desde ya les digo que las amo, que cada una de uds, las que comentan, las que anónimamente pasan, las que siempre tienen una palabra de apoyo cuando la necesito merecen todo mi respeto, cariño y gratitud. Son las MEJORES lectoras, siempre esperando pacientemente sin quejas. Soy una agradecida de la vida por tenerlas conmigo.
Sin mi Pola y sin Ustedes este sueño de poder escribir no sería realidad.

Presentación del Blog

Hola!!! Mi nombre es Angylito soy de Chile y este es mi hogar, mi pedacito de Cielo en la tierra. En este Blog podrán leer hermosas historias relacionadas con la Saga de Twilight (SM). Porque como ya dije, Esto no termina con el Libro Amanecer, no mientras todas las fans tengamos imaginación para continuar la historia.

Aquí no solo encontrarán Fics o OneShots escritos por mí, ya que cuento con varias historias de otras Autoras que más que eso son mis amigas. Espero que Comenten y que suspiren con cada una de ellas.

Advertencia:
La mayoria de los fics son para mayores de 16 o 18 años, y/o gente con mentalidad abierta por *lemmon... asi que Los fics tienen clasificacion (Raiting) para que los puedas identificar:
M - (Adultos)
T - (Adolescentes)
K - (Para todas las edades)

*Lemmon : Situaciones Sexuales explícitas


Otra sonrisa que no puedes ignorar...

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Mi amado Jackson Rathbone ♥
DISCLAIMER
LA MAYORIA DE LOS NOMBRES Y PERSONAJES LE PERTENECEN A STEPHENIE MEYER
ALGUNOS CUANTOS PERSONAJES LE PERTENECEN A SUS RESPECTIVAS AUTORAS
Y LAS IMAGENES O VIDEOS DE LAS PELICULAS DE LA SAGA DE TWILIGHT SON PROPIEDAD DE SUMMIT ENTERTEINMENT

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BIENVENIDAS A MI MUNDO "Este es mi Pedacito de Cielo en la Tierra"

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