pero sigue siendo ella”.
Edward Pov
El terreno irregular hacia el prado no ayudaba en lo absoluto a la poca destreza de Marie, en más de una ocasión tuve que reprimir las ganas de reír cuando ella tropezaba con alguna rama o alguna pequeña piedra del camino. Me recordó a la primera vez que traje a Bella aquí.
Sabía que aún no era correcto del todo mantener una peligrosa cercanía con ella, pero igual no me limité a darle mi apoyo para que pudiéramos avanzar más rápido. Estaba ansioso por llegar al prado y darle mi regalo.
Como ya hacía frio supuse que el contacto de mi fría piel con la calidez de la suya no sería tan chocante como si hiciera un clima más caluroso por lo que me permití ir cerca de ella todo el tiempo, y así estar alerta ante cualquier obstáculo del sendero que le pudiera jugar una mala pasada. Atento siempre a su falta de reflejos. A veces me sentí mal por no tener una temperatura corporal que fuera más agradable para ella, pero ya no me molestaba en mantener tanta distancia, al menos no como lo hice alguna vez con Bella, la seguridad de mi humana compañera era más importante y más necesaria que mi constante sed por su sangre.
He de admitir que a pesar de tener ese mismo intenso aroma que hacía que su sangre cantara para mí, no era tan doloroso e incontrolable como el olor a fresas y a lavanda de mi Bella. Aunque creo que eso se debe al mayor autocontrol que con el tiempo y esfuerzo logré.
La sensación de yagas en mi garganta estaba disminuyendo considerablemente, eso porque el pasar mayor tiempo con ella me ayudaba a asimilar mejor mi condición.
Todos estos años sin sentir ese ardor fueron el peor de los infiernos, el peor de mis karmas, ¿Quién podría decir que el sentir un dolor físico podría regalar al mismo tiempo la sensación contraria para el espíritu?.
La miré sonrojarse con cada tropiezo, enfadarse cada vez que me descubría riendo a causa de su torpeza, y volver a sonrojarse cuando con cara de despistado simulaba restarle importancia a su extremada descoordinación
Ya se asomaba el rayo de luz que siempre deba la bienvenida al prado, Marie no tenía tan buena vista como para divisarla pero se dio cuenta que estábamos por llegar ya que para mí fue en extremo difícil mantener un paso regular y casual.
-Estamos cerca ¿Verdad?.
-Sí, ya casi llegamos.- se sentía extraño, podía darme cuenta de la sonrisa que ahora traía en el rostro.
Apuramos el paso y en cuestión de minutos entramos al prado siempre cubiertos por un sendero de sombras..
Miré de forma instantánea la tumba de Bella, solo hasta ahora me cuestione el hecho de que hiciera o pasara lo que fuera con Marie hoy ella tendría asientos de primera fila.
Me sentí bastante incómodo ante el remordimiento que se abría paso en mi pecho, ¿Pero … Esto es lo que Bella hubiera querido para mí no? No la estaba engañando, no la estaba olvidado, solo estaba armando mi vida de nuevo, tal y como ella me lo pidió.
Le dediqué una última mirada a su lecho, y sonreí ante la imagen que se agolpó en mi mente.
La eternidad en compañía de mi nuevo ángel.
Entonces fue cuando la seguridad por seguir adelante con Marie tomó fuerza en mí.
“No más errores”
Me volteé para tomar su mano y caminar con ella hasta la pequeña banca de pino verde que había hecho Emmett bajo la sombra de un árbol frente al lecho de Bella.
Nos sentamos allí cada uno en un extremo, Marie jugaba nerviosamente con sus manos sobre su regazo, tenía un suave rosa pálido en sus pómulos y la mirada distraída en un punto ciego.
Se inclinó a un costado de la banca y tomó una flor que nacía de la orilla, la mantuvo de manera ausente en sus manos y a ratos podría decir que la miraba como si realmente fuera maravillosa.
-Es hermoso este lugar. – su voz fue cálida y un poco de su aliento me pegó justo en el rostro.
-Lo es…
-Sabes… es extraña la manera en que este lugar me atrae, es como si una paz se adueñara de mí, como si aquí pudiera pensar con tranquilidad. Me resulta tan familiar, cada hoja, cada flor, cada detalle en él… es como si fuera el mismo lugar de mis sueños.
-¿Cómo así?
-Pues que el sitio donde veo a esas mujeres se parece mucho a este prado.
Puso los ojos en blanco y volvió a agachar su mirada y volvió a hablar.
-Deben ser cosas mías.
-¿Aún tienes esos sueños?
-Sí, ahora son mas… -Su voz se apagó y frunció el seño. – Claros… Más nítidos. Bueno, pero no estamos aquí para hablar de mis sueños. – Me deslumbro con su blanca sonrisa.
-Cierto.
Tomé la pequeña bolsita de terciopelo rojo que tenía en mi bolsillo del pantalón y la dejé sobre sus manos que aún seguían en su regazo.
-Espero que te guste… Tiene un significado especial para mí.
Ella tomó la bolsa y tiró del cordón plateado que la sellaba dejando caer el contenido de esta sobre la palma de su mano.
-Se que no te gustan los regalos, y te prometo que no me he gastado ni un centavo en este. Es algo que llevo guardando por mucho tiempo.
Ella no habló, solo miraba el corazón de diamante que pendía de una corta pulsera de plata.
-Es hermoso, Edward… Pero… No puedo tomarlo si significa tanto para ti.
-Tranquila, si te lo estoy dando es porque tu igual eres importante para mí. -El calor que emanaba de su rostro hiso más fuerte el aroma de su Sangre. Tuve que carraspear la garganta para aliviar un poco la fuerte quemazón que me estaba provocando.
-Deja que te ayude a ponértelo.
Tímidamente alzó su brazo derecho y con sumo cuidado y temiendo su rechazo ante el hielo de mi piel levanté la tela de su chaqueta dejando expuesta la piel de de su muñeca, podía oír como su pulso se había acelerado de golpe, y cómo la sangre se agolpaba en sus venas.
Me quedé helado cuando vi algo que realmente debía ser parte de mi imaginación. No podía ser posible.
Una cicatriz en forma de media luna se forjaba en la parte interior de su muñeca. Reconocería esa marca en cualquier parte. El relieve que le daba la forma, el tono grisáceo propio de la ponzoña.
La recorrí con mi mano y pude sentir el cambio de temperatura en ella, era casi tan gélida como la mía.
¿Acaso ella ya tenía conocimiento de lo que soy? ¿Cuánto faltaba para que ella reaccionara como debía?¿Qué estaba esperando para salir corriendo?¿Cuánto de la verdad sabía ella?.
El miedo se había apoderado de mi cuerpo, las dudas se incrementaban y la incredulidad de la situación me estaba volviendo loco.
Esto no podía ser más que una pesadilla, claro lo sería si yo tuviera la capacidad de dormir pero no era así. Esto era la realidad.
No era solo el temor ante lo que ella pudiera saber, era también la sensación de que ella pudo haber estado en peligro. Alguien de mi especie había probado su sangre, pero había sido lo suficiente fuerte para no matarla, para quitar el veneno de su cuerpo.
Pero eso no era posible, yo había pasado por eso una vez, y se lo difícil que es controlarse una vez que ese elíxir entra a nuestro cuerpo. Lo había vivido en carne propia el maldito día en que James había osado morder la muñeca de Bella.
Me estremecí ante el recuerdo del sabor tan dulce de mi ángel. Me estremecí al imaginar a Marie en aquella escena.
-¿¡Edward, que te pasa!?, me estás asustando.
Su voz se oía a lo lejos, a pesar de que ella estaba casi gritando.
Me obligué a mi mismo a recomponerme y prestarle atención. Pero me resultaba extremadamente difícil hacerlo.
Ella me estaba mirando fijo a los ojos. No quise ni pensar en la imagen que yo proyectaba. Aún sostenía con más fuerza de la necesaria su mano.
Ella alejó su mano de manera brusca para agitarla una y otra vez frente a mis ojos, quería hablarle pero las palabras parecían atoradas en mi garganta. Si ya por naturaleza era una roca viviente ahora lo era de manera literal. Estaba inmóvil.
Ella se alejó de mí y con su mano libre cubrió la zona de la media luna. Solo entonces pude reaccionar. Ella se sentía avergonzada.
“Edward compórtate”
-Perdón, me distraje.
Ella seguía sin mirarme y tapando con fuerza su marca.
Me recordé a mi mismo preguntarle sobre ella.
-Esa cicatriz… ¿Cómo te la hiciste?
-Ah. No me la hice, no es una cicatriz, es una marca de nacimiento. -Me sorprendió la tranquilidad en su rostro.
¿Una marca de nacimiento?¿Acaso ella sería capaz de mentirme con algo así? ¿Pero… para que necesitaría mentirme?. Mierda todo esto no debería pasar, simplemente porque no.
La observé detenidamente buscando una pizca de mentira en su semblante pero nada, ella esta relajada, yo la conocía bastante ya como para detectar de inmediato la mentira en su rostro, y no solo por el hecho de que no sabía mentir, si no porque en los humanos es fácil reconocer ese comportamiento.
-¿De nacimiento?
-Sí, mi bis abuela dice que mi tía tenía una igual. Supongo que la heredé de ella.
Marie se encogió de hombros y siguió actuando como si hablar de aquella marca fuera de lo más común del mundo.
Aunque… Ahora que lo pienso…
-Marie… ¿Cómo es que se llama tu tía?.
-Ah! Bueno, no la conocí, pero creo que se llamaba Isabella.
“Isabella”, No necesité preguntar el apellido, yo ya sabía de quién hablaba, y ahora que lo pensaba todo tomaba sentido, todas las respuestas se habían armado como un rompecabezas.
Claro, porqué no lo vi antes, era obvio.
Bella, mi Bella seguía estando detrás de todo esto. Ella había dejado una parte de ella aquí en la tierra, pero cómo fui tan ciego, ella no dejaría algo tan valioso como su alma en cualquier persona al azar, ella había buscado a alguien de su familia, de su sangre.
Es por eso que Marie siempre fue tan parecida a Bella, no igual, pero si me parecía extraño que la parte física fuese casi igual.
Las coincidencias seguían apareciendo.
El aroma de ella.
Su rostro.
El silencio mental.
Bella había dejado más que su alma en ella. Bella era parte de ella.
La miré maravillado, y agradecí al cielo por esta nueva oportunidad.
Decidí que ya era hora de recuperar el tiempo perdido, de ser feliz con ella, recuperé la distancia que había entre nosotros en aquella banca y tomé sus manos, su rostro estaba escondido bajo una cortina de pelo marrón y con mi mano puse el mechón que tapaba su rostro detrás de su oreja.
-No me has dicho si te gustó mi regalo. –Le dediqué una sonrisa.
Ella se puso nerviosa y pude oír el sonido frenético de su corazón, por sus venas corría a gran velocidad un caudal de su sangre, el rubor comenzó a apoderarse de sus mejillas y en su regazo sus manos volvían a jugar nerviosas.
Lo que sucedió no lo esperaba en absoluto.
Ella rompió aún más la distancia existente entre nosotros y sin previo aviso posó sus labios tibios sobre el hielo de los míos. Fue corto y suave.
Marie me estaba besando y sentí como el lugar vacio en mi pecho volvía a sentirse lleno.
7 comentarios:
hay hay angyyyy!!! la verdad me fascina me hace llorar esta historia el queriendo volver a estar con ellla y ella en todos los sentidos acercandose casda vez mas a el y hay hay nooo me mata toda esta historia estoy llorando como una boba por diosssssssssss
Oh, wow
De verdad fue genial.... lo de la marca de nacimiento fue buenisimo, dejo a Edward totalmente paralizado, jja
Ya quiero ver la reaccion de los otros Cullen cuando la vean...
Y Marie es sobrina-nieta de Bella? entendi bien?
Ya primer beso? Me encanto!!!!, Marie tomo la iniciativa xD
Nis estamos leyendo
besotes
Angie que capitulo mas bellos , lindo el detalle que Marie tomara la iniciativa. Edward se quedo como piedra precioso realmente.
Besos Lady
simplemente me encanta angy es de lo mas lindo que he he leido, me encata que edward se vuelva a enamorar pro tiene que darse cuenta del error q cometio y seguir adelante con su nueva oportunidad, creo q es muy maluco que a la pobre marie la mantegan comparando con Bella como si fuera Bella, yo creo q marie es diferente a Bella o serian las mismas bno como sea me encatna espero la conti pronto jeje y pobre de tu compu
gracias angy
My history favorite. Va buenisima. Te agradesco lo q hiciste para q no dejara de leer. Me encanto hablar contigo. Me has caido mejor, como si eso fuera possible.
Eres una nena hermosa y Linda. Nunca cambies
Me da gusto q t gustara la cancion, es hermosa. Y va perfecto con la historia
Despertando un alma, culpándola sin descansar más en pleno vuelo aquí llegóse a posar, esperando otra vez volverte a encontrar. Genial amor, ya muero por saber más. Besotes mi Angy
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