Capitulo 2: Cena para Cuatro.

Dueños del Destino

-Espero no te molestes que invite a Jake y Jessica a cenar con nosotros.

-No, para nada. Es solo que…

-¿Qué sucede, Bella. – La cara de Edward no reflejaba preocupación alguna, era como si solo preguntara por cumplir.

-Nada, él me agrada, pero Jessica… Bueno, a decir verdad ya no la soporto. – En mi interior no había una verdadera razón para odiarla. Pero… -Edward me interrumpió simulando tener interés en mi queja.

-Ah, es eso. Bueno pero no podía decirle que no la invitara, ellos parecen ser buenos amigos.

“¿Cómo decirle que ese era el principal motivo por el que su presencia me incomodaba?”.

Nunca había tenido relación alguna con Jessica Stanley, no había tenido motivos antes como para que me molestara su presencia. ¿Acaso lo que sentía eran celos de que fuese ella la invitada de Jake, tal vez estaba celosa porque me gustaría ser yo su acompañante esta noche?.

Ya ha pasado una semana desde que vi por primera vez a Jacob Black, Edward y él ya eran prácticamente mejores amigos. Y yo ya sabía bastante sobre él.

No tuve que preguntar, mi novio sin darse cuenta había reunido más información sobre él de lo que yo misma habría conseguido.

Jacob Black era su nombre, venía desde la Reservación LA PUSH, siempre estudió allí, pero por problemas de su padre… (Creo que se llama Billy Black), con el director de su antiguo instituto él decidió cambiarlo para que estudiara aquí en Forks.

Él nos comentó en el aparcadero que extrañaba muchísimo a sus amigos –Quil y Embry –Ambos aún viven y estudian allí. Ahora solo podía estar con ellos los fines de semana, pues tanto como ellos y él estaban saturados en deberes. Asique los Sábados y Domingos siempre se juntaban para conversar y tomar una que otra lata de cerveza.

También ya estaba al tanto de la fecha de su cumpleaños y de lo mucho que odiaba este instituto y que de no ser por nosotros sería literalmente un infierno.

Jake se adaptó rápidamente a nuestro pequeño y selecto grupo de “amigos”. Y eso no era difícil de entender, el chico era muy sociable, siempre sabía cuando opinar y cuando no, conocía un poco de cada tema y siempre tenía una sonrisa para todos.

Pero yo sabía cuando fingía esa linda sonrisa, no es que fingiera por que no le agradara alguien en particular del grupo, es solo que estoy segura que extrañaba a sus amigos y su antiguo instituto en LA PUSH.

Lo notaba porque era como ver una nube gris tapando el brillo de la luna o como la mirada de un niño jugando con un globo y que de pronto sin más este se reventase. Sus ojos eran tan expresivos que con ellos le era casi imposible mentir.

Es divertido crear conclusiones en mi mente sobre él. Saber si estaba feliz, triste, enojado, distraído o incluso cuando intentaba disimular su incomodidad cuando Edward y los demás comenzaban a alardear del último viaje que habían hecho, de cuál sería el auto que les comprarían sus padres, etc…

Creo que solo una o dos veces Jake me sorprendió mirándole, aunque desvié rápidamente la mirada de sus ojos que se clavaban en los míos como si pudiesen nadar en ellos. Por suerte que Edward nunca se ha dado cuenta, ya no es como antes, ósea, me refiero a que ya no está pendiente de mí las veinticuatro horas del día, supongo que es porqué desde que lo escogieron como el nuevo capitán del equipo de Béisbol anda medio distraído, solo se la pasa hablando de nuevas jugadas con Mike Newton que poco a poco se introducía en nuestro grupo.

Al final, Edward tenía razón, él si conocía a Jake desde antes, aunque no de forma tan cercana pero sí habían hablado antes.

Carlisle había sido el médico de cabecera de la madre de Jake en sus últimos años de agonía, él y Billy, el padre de Jake, se había vuelo buenos amigos, y cuando el maldito cáncer derrotó a su madre, Carlisle en un gesto de apoyo había asistido al funeral con toda su familia, fue allí donde Edward y Jake se vieron por primera vez, luego de eso habían compartido una que otra cena de cortesía. Pero más allá de eso no había ningún otro tipo de relación, bueno hasta ahora, que ambos se habían dado cuenta que compartían la pasión por los automóviles y por la velocidad al conducir.

-Ya llegamos cariño. –La voz de Edward me sacó de mis pensamientos. Ya estábamos en la puerta del Restaurant. Qué corto se había hecho el viaje hasta Port Ángeles.

Al instante divisé el auto rojo de Jacob aparcado delante del nuestro.

Edward tomó mi mano para ayudarme a salir del auto y una vez fuera de este me abrazó por la cintura besando mi frente. Pero yo solo podía mirar al chico que ayudaba a bajar a Jessica, deseando ser ella.

Entramos por la lujosa puerta del Restaurant, Edward había hecho la reservación hace días, y los mozos se peleaban por atenderle. Todos conocían a Carlisle y sobre todo las cuantiosas propias que los miembros de su familia dejaban siempre.

La cena era para cuatro, a veces odiaba tanta burguesía por parte de mi novio, simplemente sería feliz comiendo un plato de fideos preparados por él, algo simple. Tanta parafernalia me hacía sentir incómoda. Y me di cuenta de que no era la única en sentirse así. La cara de Jacob era igual a la mía. Por el contrario, Jessica parecía alucinada con el lugar y la atención. Para Edward era diferente, él estaba acostumbrado a ser tratado como alguien importante. Aunque él siempre era bondadoso y humilde con todo el mundo.

Pedimos una botella de champaña, estábamos celebrando el nuevo puesto de Edward en el equipo. Al rato sentí como tanto alcohol en mi cuerpo comenzaba a subir hasta mi cabeza, por lo que decidí ausentarme por unos momentos y salir a tomar un poco de aire, aprovecharía para fumarme un cigarrillo a escondidas.

Edward y Jessica estaban afanados conversando sobre quien tiene más, por lo que no me prestó demasiada importancia cuando le dije que saldría un momento.

“Rayos, olvidé mi chaqueta adentro, no pensé en que haría tanto frio afuera”.

De pronto con suavidad alguien puso sobre mis hombros una chaqueta, el olor de esa persona disparó en mi estomago la partida para una carrera de mariposas. Era Jake, no había dudas en eso. Podía reconocer su aroma en cualquier parte.

Mis mejillas se ruborizaron, intenté relajarme a la fuerza para no delatarme. Pero él lo notó igual, solo que le dio otro significado a ese rojizo en mi rostro.

-Bella, mírate, estás roja de frío.

-Sí, olvidé mi chaqueta. –Intenté sonar normal.

-Y dime… ¿También estabas aburrida con la conversación allí dentro?.

-Si a decir verdad es una de las cosas que odio de Edward, odio que se ponga a alardear de lo que tiene o tendrá.

-Sí a mí también me molesta eso. Aunque a Jessica le parece fascinante.

-Tú y Jess parecen llevarse muy bien.

-La verdad es que sí. Eso creo.

-Amm…

Con su respuesta sentí un escalofrío que recorrió de arriba abajo mi columna vertebral.

-¿Sigues con frío?. –Qué ingenuo es.

-Sí.

Se acercó un poco a mí y me abrazó, la ola de calor que irradiaba de su cuerpo hiso que mi cabeza diera vueltas sin compasión.

-Creo que no beberé más champaña, la cabeza me da mil vueltas. –Era obvio que ese efecto no lo había causado el alcohol, sino más bien su cercanía.

-Disculpa, ¿Te molesta que te abrase?.

-No, para nada…

Pasamos un momento así, no pasó segundo en que mi corazón dejara de acelerarse. Pero ya tenía que volver a la realidad. Ya habían pasado varios minutos desde que habíamos salido del restaurant. Le pedí que no le dijera a Edward de que había estado fumando. Pero él se rió y solo giño un ojo.

Entré primero, flote hacia el baño, pues aun sentía su calor.

Sabía que solo lo había hecho para ser caballeroso conmigo, pero para mí, había sido como un sueño.

Cuando llegué a la mesa él ya estaba sentado al lado de Jessica, y Edward ya estaba pagando la cuenta para irnos a casa.